Sabiduria (Maimonides)

El principio central de la sabiduría.

Aristóteles (cf. Ética Nicomaquea, A 13) expone que la razón posee tres medios de desarrollo: la sabiduría (sophía), la inteligencia (sínesis) y la prudencia (phrónesis). De las escuetas palabras del sabio griego, la tradición filosófica árabe y judía construyó una teoría muy estructurada sobre el desarrollo de la mente humana, sus divisiones y funciones, así como sus tendencias prácticas. Así Maimónides, heredero de la tradición en cuestión, declara en su obra Shemoná Perakim (cf. cap. 2) que las virtudes intelectuales (capacidades racionales del pensamiento) se dividen en tres: la sabiduría (jojmá), el intelecto (sejel) y el entendimiento (tebuná); con respecto a la definición de sabiduría Maimónides dice: "es el conocimiento de las causas últimas y cercanas, después de haber comprendido la existencia de un ser sobre el cual se investigaron sus causas" (op. cit. ibíd.). El tema es presentado in extenso en Moré Nebujim 3:54, donde Maimónides declara que el término "sabiduría" se aplica en hebreo sobre cuatro funciones: comprender las verdades (axiomas) a través de los cuales se alcanza el conocer a Dios, conocimientos de oficios y artesanías, capacidad de adquirir virtudes éticas y astucia para idear planes agudos y útiles.

Si bien los tres últimos temas son de importancia para la elaboración de sistemas de vida, tanto desde un punto de vista práctico como metafísico, es evidente que la intención de Maimónides en su corpus legislativo ha sido fijar que el principio central de la sabiduría, en tanto pretenda acceder a Dios,
tendrá como prerrequisito aceptar la existencia del Creador.
Sin embargo es posible conectar la mención de la "sabiduría", no sólo con el conocimiento de las causas de las cosas, sino también con la característica conductual propia del erudito (tercera definición citada en el Moré Nebujim), cuánto más si nos referimos a hombres de Torá. Así Maimónides en Hiljot Deot 1: 5, y en Shemoná Perakim (cap. 4) declara que las conductas tienen extremos por defecto (escasa preocupación ética) y por exceso (gravedad excesiva de una conducta moral) siendo el término medio el camino a seguir. La teoría presentada también proviene de Aristóteles (cf. Ética Nicomaquea B, 3) y según este sistema la virtud (areté) es un medio entre dos extremos. No obstante Maimónides da un paso importante al definir la situación en la que se encuentra el hombre medio y el que tiende al extremo: "Toda persona cuyo comportamiento sea intermedio y equilibrado, se llama "sabio". Y aquel que es estricto consigo mismo y se aleja del comportamiento medio tendiendo a alguno de los extremos, se llama "piadoso"..." (Hiljot Deot 1:6)

Podemos por ende inferir que el término "sabiduría" refleja la conducta del sabio, del virtuoso, de modo tal que el conocimiento de la existencia de Dios, en tanto dador de la ley moral, es el principio central del sistema que lo sostiene. Ya sea desde un punto de vista metafísico (sabiduría como conocimiento de las causas) como desde la perspectiva ética (sabiduría como conducta intermedia), el conocimiento de la existencia del Creador es un eje que permite el desarrollo humano.

El Templo de Jerusalem