Modo correcto de amar y temer a d-os (Maimonides)

¿De qué modo se le ama y se le teme? En el momento que el ser humano reflexiona sobre los grandes y maravillosos actos y criaturas de Dios, y comprende a través de ellos Su sabiduría invaluable e infinita, inmediatamente lo ama, lo alaba, lo enaltece y desea con un deseo intenso conocer a El Eterno, como ha dicho David: "Está sedienta mi alma de Dios, del Dios viviente" (Salmos 42:3)

Y cuando el hombre reflexiona sobre estas mismas cosas, inmediatamente se sorprende y se llena de un temor reverencial, dándose cuenta que él es un ser pequeño bajo y turbio, un ser que posee una comprensión mínima frente a Aquel cuya comprensión es perfecta, como ha dicho David: "Cuando veo los cielos, obra de tus dedos... ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Salmos 8:5-4)

Según estos conceptos, aclararé algunos procesos importantes sobre la creación hecha por Dios, para que sean una puerta al estudioso que ama a El Eterno, del modo que declararon los sabios con respecto al amor: "A través de esto tú puedes conocer a Aquel que habló y el mundo devino" (Sifrí, Vaetjanán).

[3] Todo lo que Dios creó en el mundo se divide en tres partes: (*)

a) Criaturas compuestas de materia y forma (**), sometidas siempre al cambio. Como por ejemplo los cuerpos humanos y animales, los vegetales y los minerales.

b) Criaturas compuestas de materia y forma, pero que no cambian ni materialmente (de cuerpo en cuerpo) ni formalmente (de forma en forma) como los anteriores, sino que su forma está fija en su materia de modo permanente e inmutable, y estos son: las órbitas y los planetas que contienen. En estos su materia es diferente a la del resto de los entes materiales y también su forma lo es.

c) Criaturas que poseen forma y no materia, y estos son los ángeles, cuya existencia es inmaterial aunque su forma está claramente separada la una de la otra. (***)

(*) El mundo sublunar, es decir el mundo de los cuatro elementos, el mundo supranular, de los astros y el mundo angelical de los seres metafísicos, tal como enseguida aclara.

(**) La forma en el pensamiento de Maimónides es el alma de la materia y su esencia, y a través de ella concreta la materia y se distingue de algo que no es de su especie. Por ejemplo: el intelecto es la forma del hombre, ya que en él se concreta su ser especial, "ser racional" (el que habla, según la tradición judía) y lo diferencia del resto de los animales. Cabe señalar que Maimónides distingue enfáticamente "forma" [tzurá] de "imagen" [tabnit], siendo
que el último concepto expresa la apariencia externa de la materia captada por los sentidos, mientras que "forma" es un concepto espiritual captado sólo por el intelecto.

(***) Maimónides en su libro Moré Nebujim 2:10 explica lo expresado en Bereshit Rabá 68: "El ángel corresponde a un tercio del universo", según su opinión aquí. El mundo de los ángeles corresponde a un tercio del universo, es decir aquellos seres que poseen forma pero no materia.

El Templo de Jerusalem