El Valor del Alma (Maimonides)

Las mujeres a las cuales los gentiles les dijeron: "¡¡Dennos una de ustedes para impurificarla, de lo contrario las impurificaremos a todas!", deben dejarse impurificar todas y no entregar a un alma de Israel. Del mismo modo si les dicen los gentiles: "¡¡Dennos a uno de ustedes para matarlo, de lo contrario los mataremos a todos!", deben dejarse matar todos y no entregar a un alma de Israel. No obstante, si nombraron a uno por su nombre y dijeron:
"¡Dennos a fulano para matarlo, de lo contrario los mataremos a todos!", si era una persona que estaba condenada a muerte como Sheba Ben Bijrí (2 Samuel 20), está permitido entregarlo. Pero no se actúa así en primera instancia (*). Y si no está condenado a muerte, deben dejarse matar todos y no entregar un alma de Israel.

(*) Ya que esto no es una conducta piadosa, como lo que se relata en el Talmud de Jerusalén (Trumot 8:4) sobre una persona que fue condenada a muerte por la procuraduría romana y éste se escapó y se escondió en la ciudad de Lod bajo la protección de Rabí Iehoshua Ben Leví. Cuando los soldados romanos rodearon la ciudad y amenazaron destruirla si no era entregada esta persona, Rabí Iehoshua lo convenció que se entregara y salvara de este modo la ciudad. Elías, el profeta, que solía regularmente visitar a Rabí Iehoshua, no se le presentó más. El sabio tremendamente acongojado se sentó en un largo ayuno hasta que Elías lo visitó, y entonces le criticó diciendo: "¿¡Acaso yo me presento a hablar con delatores!?" El sabio le dijo que en la Mishná se enseña de modo
explícito que tratándose de una persona semejante está permitido. Elías entonces le replicó: "¿Acaso esa es una Mishná de hombres piadosos?".

[6] Del mismo modo como se ha declarado sobre los obligados por la fuerza, así se ha enseñado sobre los enfermos. ¿A que se refiere? Si una persona se ha enfermado y peligra su vida, si diagnostican los médicos que la curación de alguien consiste en algo que constituye una prohibición de la Torá, se aplican y se dan medicamentos incluso que contengan prohibiciones de la Torá ya que se trata de peligro de vida. Lo anterior se aplica en todo los casos excepto idolatría, prostitución y asesinato (*), o sea, que incluso cuando hay peligro de vida está prohibido curar por medio de estos pecados. Y si transgrede y se cura, recibe de parte del tribunal el castigo apropiado.

(*) Por ejemplo en el caso de una mujer que tiene problemas en el parto estando en peligro su vida, si el bebé ya sacó la cabeza, no se puede tocarlo para salvar la vida de la madre (Cf. Ohalot 7:6. Maimónides, Hiljot Rotzeaj 1:9). La Mishná establece que el bebé debe haber sacado la mayoría del cuerpo, mientras que en las leyes de Maimónides encontramos que es suficiente con la cabeza.

[7] ¿De dónde aprendemos que incluso en situaciones de peligro de vida no se transgreden los tres principios (idolatría, prostitución y asesinato)? Lo aprendemos de la Torá cuando declara: "Amarás a El Eterno tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deuteronomio 6:5). Siendo el estudio del mismo: "incluso que tengas que entregar el alma, es
decir la vida" (cf. Shabat 9:5). Por ende, asesinar a alguien de Israel para curar a otro, o salvar a una persona de manos de un violador, son acciones que el entendimiento obliga, ya que no se elimina a una persona por otra (*).

Los pecados referentes a cohabitaciones prohibidas fueron comparados con el asesinato, como se declara: "Como cuando se levanta una persona y asesina a otra, así en este tema (cohabitaciones ilícitas)" (Deuteronomio 22:26).

(*) Cf. Talmud de Babilonia, Tratado de Pesajim 25b. El Talmud declara que la vida de una persona no es más importante que la de otra persona, su sangre no es más roja. Rashi explica ad loc. que situaciones de peligro de vida desplazan todos los preceptos de la Torá a causa de la importancia de la vida humana, y no obstante en un caso donde finalmente una vida humana se perderá y el pecado se realizará, no existe la ley de "peligro de vida".

[8] ¿En qué circunstancias decimos que no se cura a través de la transgresión de alguna prohibición, sino sólo en caso de peligro de vida?
Este principio se aplica cuando se obtiene algún tipo de placer de tal actividad (*), por ejemplo al dar de comer a un enfermo insectos y reptiles o leudos en Pésaj, o al darle de comer en Iom Kipur. No obstante cuando la curación se realiza en forma tal que no causa algún tipo de placer, por ejemplo al aplicarle un emplasto que contenga un sorbo de leudo (en Pésaj), o hecho con algún fruto prohibido de consumir como de "orlá", o en situaciones que se le hace beber un líquido mezclado con algo amargo y algún alimento prohibido de consumir; ya que esto no causa placer al paladar, está permitido e incluso no en casos de peligro de vida. Todo lo anterior no se aplica con respecto a los híbridos (kilaim) del viñedo, ni a las mezclas de carne y leche, cuya prohibición incluye el consumo aunque no cause placer, y por lo tanto no se cura con ellos sino en casos de peligro de vida.

(*) Todas las prohibiciones de la Torá que fueron dichas con el término "comer", por ejemplo "comer cerdo", no se recibe castigo de flagelación sino sólo cuando son consumidos de manera normal, es decir, teniendo placer de su consumo. Pero las prohibiciones que no fueron mencionadas con el término "comer", por ejemplo, carne con leche o los híbridos de un viñedo (kilaim), está prohibido consumirlos ya sea que haya placer en su consumo o no y será posible curarse a través de éstos solo en situaciones de peligro de vida.

[9] Un hombre que miró a una mujer y esto le conmovió hasta la enfermedad, peligrando su vida, si los médicos dicen: "su única cura es que mantengan relaciones", debe morir y no cohabitar con ella, e incluso si se trata de una mujer soltera. E incluso hablar con ella detrás de una cerca, no se le enseña a hacerlo. Debe morir y no se le enseña a hablar con ella detrás de una cerca, de tal modo las hijas de Israel no se transformen en objetos sin dueños, lo que traería a que finalmente se rompan las barreras que impiden las cohabitaciones ilícitas.

[10] Toda persona que transgrede voluntariamente, sin haber sido obligado, alguna de todas las prohibiciones de la Torá en forma desvergonzada, para enfadar al Creador, esta persona se considera que profanó el Nombre de El Eterno. Por lo tanto se ha declarado con respecto a juramentos falsos: "Profanaste el Nombre de El Eterno, tu Dios" (Levítico 19:12)
Si transgredió públicamente, es decir, delante de un quórum de diez de Israel, se considera que profanó el Nombre de El Eterno en público. Así toda persona que se aleja de un pecado, o cumplió un precepto sin interés alguno, es decir, no por miedo ni temor, ni para ser honrado, sino únicamente por el Creador, como el caso de la abstención de José de cohabitar con la mujer de su amo, esta persona se considera que santificó en Nombre de El Eterno.

[11] Hay otras conductas que se incluyen dentro de la definición de "profanar el Nombre de El Eterno" cuando las realiza un hombre que es un gran sabio en Torá y conocido por su piedad. Nos referimos a conductas que el resto de la gente va a murmurar sobre él, y a pesar que no sean pecados se considera que tal persona profanó el Nombre de El Eterno. Por ejemplo: cuando compra algo y no paga inmediatamente -en caso que tenga el dinero- y ocurre que los vendedores le reclaman y él se demora en pagar. O que acostumbre a bromear en forma desmedida, o a comer o beber junto con ignorantes y entre ellos. O
que su forma de platicar con las personas no es tranquila y paciente y no suele recibir al público con amabilidad, sino que es una persona irascible que se disgusta fácilmente, etc. Todos estos conceptos dependen de la
grandeza del sabio, y por ende, debe ser muy cuidadoso consigo mismo y comportarse siempre con conductas que vayan más allá de lo estrictamente legal.

En cambio si el sabio es cuidadoso consigo mismo, siendo su discurso paciente con el público, teniendo un carácter amable con el resto de las personas y recibiéndolas con alegría; y es de aquellos que son ofendidos y no de aquellos que ofenden; de aquellos que honran a los demás e
incluso a aquellos que lo denigran; aquel que estudia y enseña los fundamentos de la fe, y no suele prolongar su estadía en la compañía de los ignorantes o en sus tertulias; aquel que se lo observa siempre ocupado en el estudio de
la Torá, revestido con sus tzitziot, coronado con sus tefilín y se comporta siempre con conductas que van más allá de lo estrictamente legal -con la condición que no se aleje demasiado de la sociedad y no se vuelva un
ermitaño, de modo tal que todos lo alaben y le tengan cariño y anhelen comportarse como él- esta persona santifica el Nombre de El Eterno y sobre él la Torá declara: "Y me dijo: tu eres mi siervo, Israel, en quien me enaltezco..." (Isaías 49:3).

El Templo de Jerusalem